Por Lucía Helguera
Cuando pensamos en algo liviano, lo asociamos a su agilidad, peso y posibilidad de desplazarse sin dificultades. Aquello que es pesado se mueve de manera lenta y necesita un gran esfuerzo para superar la resistencia de ir hacia lo nuevo sin estancarse.
En Arkano nos encontramos en constante reflexión sobre cómo mantenernos ágiles —y livianos— para estar listos a dar el siguiente paso. Esta no es una postura individual, ni un atributo que pueda asignarse a la solución que estamos creando. Ser más livianos es una actitud de equipo. Frente a los desafíos no es solo «hacer». Es «ser».
Cuando nos volvimos livianos, entendimos que los resultados se encuentran cuando movemos la pelota recorriendo la cancha, mientras combinamos esfuerzos individuales hacia objetivos comunes. El logro llega cuando analizamos las posibilidades y nos mantenemos flexibles, con compromiso por el equipo. Volvernos livianos es aprender a ir más allá de la resistencia al cambio. Es el coraje para ir hacia lo incómodo, al dejar ir lo viejo, e incorporar lo nuevo.
Estos tiempos de cambio que nos trajo la pandemia, la virtualidad, el trabajo remoto, entre otros, nos enseñó que si nos mantenemos livianos podemos estar listos para correr y llegar lejos. Levantarnos tras una caída y mantenernos en movimiento a pesar de las dificultades. Nos volvimos livianos también porque entendimos que debemos coordinarnos para transformarnos siempre que sea necesario.
Aprendimos muchas cosas cuando nos volvimos livianos, pero sobre todo a que detener el movimiento no es una opción. También aprendimos que al ser ágiles avanzaremos siempre de una normalidad a otra. Y que ahora es más necesario que nunca conservar esta forma de pensar para seguir creciendo y agregando valor a nuestro trabajo. Seremos livianos, en el buen sentido. La verdadera fortaleza siempre estará en las personas en movimiento.